Page 13 - La costurera
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Naira, muy solemne, respondió:
–Lo siento, Majestad, pero ni yo misma sé en qué
consiste tal maravilla. Solo poniéndose el sombrero al
revés lo descubrirá.
El rey, lleno de curiosidad, aunque no menos
deseoso de mejorar sustancialmente su apariencia, se
quitó el sombrero con extrema lentitud, evitando así que
se le desordenara uno solo de sus cabellos. Luego dio la
vuelta a la prenda, de modo que la tela de agua quedó por
dentro. Finalmente, se dispuso a encajárselo en la cabeza.
Entre tanto, todos los allí presentes, empezando por la
propia Naira, contenían la respiración. ¿Qué sucedería
cuando Al-agua se pusiera el sombrero al revés?
¿Se empaparía de la cabeza a los pies o, por el
contrario, permanecería seco y su peinado, sin daño
alguno? En el primer supuesto, claramente la costurera
lo habría de pagar muy caro, aunque también sufrirían
las consecuencias sirvientes, guardias, soldados y demás
súbditos de la corte. Y es que los enfados reales eran en
verdad temibles, y solían durar días, e incluso semanas
durante las cuales Al-agua enviaba por menos de nada a
cualquiera al calabozo.
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