Page 15 - La costurera
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Por su parte, Naira, presa del miedo, permanecía
inmóvil, como petrificada. Hubiera podido salir
huyendo, pero sus piernas no la obedecían. Impotente,
cerró los ojos en el preciso instante en que Al-agua
llegaba junto a ella y hacía ademán de querer
estrangularla.
La joven preparándose para lo peor, intentó
reconfortarse pensando en su madre y su abuela, con
quienes tal vez se reuniría en unos pocos segundos.
Este pensamiento le trajo también a la memoria al
simpático caballito de mar.
–¡Qué lástima que las cosas no salieran como
esperábamos! –se lamentó mientras aguardaba resignada
a que la furia del rey se ensañara en ella.
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