Page 5 - La costurera
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“¿Para qué?”, pensó la joven. “¡Si ni siquiera voy a

                           poder enhebrar la aguja…!”.

                             Y era una verdadera lástima, porque el caballito de la

                           tapa se movía cada vez con más brío, como si quisiera

                           advertir de algo a la costurera.

                             La tercera noche, Naira no pudo conciliar el sueño, tal

                           era su congoja. Además, de la repisa donde reposaba el
                           costurero, parecía salir un sonido agudo que nunca antes

                           había escuchado. Temerosa pero decidida a averiguar qué

                           o quién emitía exactamente aquel ruidito, encendió una

                           vela y se acercó. Sobre la repisa, aparte del costurero, no

                           había nada más. Sin embargo, con la luz reparó en algo

                           que la dejó helada: ¡el caballito de mar de la tapa le hacía

                           señas!
























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